lunes, 15 de noviembre de 2010

OCHO RAZONES POR LAS CUALES UN VERDADERO CREYENTE NO PUEDE ESTAR ENDEMONIADO

                        SECCIÓN IV

1ª) ¡EL REINO DE DIOS HA LLEGADO A NOSOTROS!

                                   DOS REINOS EN CONFLICTO[1]:

Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel  y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”.
                                                                        (Apocalipisis 12:7-12)

1.1.EL PRINCIPADO DE SATANÁS

Es de sobras sabido que este mundo está bajo Satanás, “aquel que está en el mundo” (1ªJn.4:4); que él se enseñorea de él y de sus reinos y los tiene bajo su control. A él “le han sido entregados” (Lc.4:6), al menos temporalmente y sirviendo todo ello al propósito divino, según la inmensa sabiduría y el anticipado conocimiento de Dios.
Después del conflicto cósmico, Satanás y sus demonios han sido arrojados a la tierra, pero el diablo no ha quedado indiferente ni pasivo. Ha descendido con gran ira a la tierra con el único propósito de oponerse al plan de Dios, de “robar, matar y destruir”; engañar a los moradores de la tierra manteniendo a muchos en sus garras de perdición, y de perseguir al pueblo de Dios.

                                     ¡Propiedad de Satanás!       
        
En el capítulo dos de la carta a los Efesios, después de decirnos que estábamos “muertos” y que Él (Cristo) nos ha dado vida junto con él, hace referencia a nuestra antigua vida que estaba caracterizada precisamente por pertenecer a Satanás (Jn.8:44) y estar bajo el dominio y la voluntad del “príncipe de la potestad del aire, el espíritu “que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Ef.2:2), o “hijos de ira”. La gran mayoría de los cuales son ignorantes de estas maquinaciones e influencias. Así también andabamos nosotros en otro tiempo. Éramos del “príncipe de este mundo”, propiedad de aquél que está en el mundo y engaña al mundo entero.

1.2.JESÚS, EL SALVADOR,  Y EL REINO DE DIOS

                                  ¡LA VENIDA DEL REINO!

La venida de Cristo en cumplimiento de las profecías de la Escritura, supone un golpe mortal para Satanás y su principado en este mundo. Sus liberaciones (explulsión de demonios), que no “exorcismos”—como algunos quieran llamarlo—son una proclamación de la victoria del Reino de Dios sobre todos los poderes del mal: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera” (Jn.12:31). Esta expulsión es simbolizada en la liberación de cada poseído por el demonio. La venida del Mesías y sus obras de poder, salvando (dando vida eterna), sanando, liberando a los enfermos, a los oprimidos y endemoniados del diablo—deshaciendo las obras del diablo (1ªJn.3:8)—supone un “anticipo[2] de la hora que Satanás se verá despojado visiblemente de su poder”, así como también un anticipo en el establecimiento de este reino que no tendrá fin: “pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mt.12:28).

                                      ¡Un traspaso de propiedad!

Como hemos antes, visto Satanás opera activamente en y a través de “los hijos de desobediencia”, es decir, los utiliza a su antojo y ejerce su poder, su dominio o control en sus vidas para llevar a cabo sus malvados propósitos. No obstante. ¡Cristo nos ha librado verdaderamente del dominio y el control de Satanás!
Leamos un par de versículos muy interesantes:

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir [gr.“Katargeo”: más correctamente “desactivar o reducir a inactividad”]  por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,  y librar [3] a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida”. (Heb.2:14-15)

Aquél que tenía el “imperio”=dominio, el poder o el derecho legal sobre la muerte, ha sido desactivado o reducido a la inactividad ( hecho no operativo) sobre la muerte, a causa de la muerte de Jesús y su victoria sobre ella..
Esto es muy significativo pues lo mismo que Satanás ha perdido terreno en este área, ha perdido su dominio y su poder o su derecho sobre aquel hombre o mujer que ha sido redimido por la sangre de Cristo. En otras palabras: Cristo ha arrebatado mediante su sacrifico el “derecho legal” de Satanás sobre su propiedad (los hijos de Adán), a causa de la  desobediencia y caída de estos. Así pues, hemos sido “librados” del diablo y ahora somos de otro, a saber, de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Y Ninguno puede servir a dos señores; ningún árbol puede dar dos clases de fruto al mismo tiempo; ni ninguna fuente echar por una misma abertura agua dulce y amarga.

¡Gloria a Dios!, el reino de Dios ha llegado a nuestras vidas y se ha manifestado. Satanás ya no tiene ningún control ni propiedad sobre nuestras vidas.   
Como el Dr. Timothy Warner, defensor de la “demonización”, dice para descartar el término de posesión demoniaca:  

“En cualquier caso, sería imposible ser propiedad de Satanás, estar bajo su control y a la vez tener una relación con Cristo como Salvador. De modo que la pregunta es: ¿Puede un cristiano estar poseído por demonios? La respuesta más clara es no” [4]
             El principio de victoria y de ocupación

“¿Será quitado el botín al valiente? ¿Será rescatado el cautivo de un tirano? Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos. Y a los que te despojaron haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados como con vino; y conocerá todo hombre que yo Jehová soy Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob” (Isa 49:24-26)

“… porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1ªJn.4:4)

                                           El principio del más fuerte

Es un principio bien conocido que ha acompañado al hombre desde los principios de su misma historia. Aquél rey que es mayor o más fuerte es el que vence a su oponente y lo despoja, es decir, toma posesión de su reino y del botín: su castillo, su palacio, sus tesoros y de todo cuanto poseé, incluidas sus gentes. Pero evidentemente antes de proclamarse el rey y señor de aquel nuevo reino, tiene que neutralizar completamente a su oponente principal y a toda su descendencia y fieles vasallos,  pues de otra manera se asegura un problema importante inmediato o a posteriori. Después, una vez sometidos sus enemigos, podrá gobernar sin problemas. Sólo uno puede vencer, sólo uno puede reinar. De hecho, los pocos reinados compartidos en la historia han mostrado ser poco efectivos.

Vamos a verlo mediante un símil utilizado por el mismo Cristo Jesús en el Evangelio de Mateo.

                                     (Mt.12:24-29)

Examinemos ahora este esclarecedor pasaje de las Escrituras donde vemos como en forma figurada, Jesús habla del establecimiento del reino de Dios en el hombre, tras deshacer las obras del diablo.
Después de haber hablado con una aplastante lógica acerca de que Satanás no puede estar dividido contra sí mismo—pues supondría su fin, dando a entender que él era verdaderamente de Dios y hacía aquellas cosas por el Espíritu de Dios y no por Belcebú (vss.24-27)—, nos habla de la obra redentora y libertadora que él estaba llevando a cabo en el establecimiento de su reino, y justifica la forma en que le era necesario hacerlo: debía atar al “hombre fuerte” (Satanás) y saquear sus “bienes o posesiones” (las gentes oprimidas por él, los poseídos) (vs.28-29) :

Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa”.

  Cristo ha venido para deshacer las obras del diablo; a atar—el único que podía hacerlo—a Satanás; ha hecho resplandecer la luz en medio de un mundo tenebroso; ha traído salvación, liberación y vida eterna a los hijos de los hombres. ¡Él es el más que uno “fuerte”, él es Dios todopoderoso al que nadie ni nada pueden resistir, el Rey de gloria, el Invencible, el Verdadero Dios y la Vida Eterna!

Ahora bien hagámonos ahora esta pregunta invirtiendo completamente la situación ¿Podría Satanás entrar en los dominios de Dios, en su casa, en su templo, y atarle? Evidentemente ¡No! ¡Satanás no puede atar a Dios ni saquear su casa! ¿Atribuiremos al diablo un poder que no tiene, siendo él una criatura en todo sujeta a la voluntad de Dios (aun cuando la aborrezca), y bajo su poder, siendo un instrumento más, usado por Dios en el cumplimiento de sus sabios propósitos? ¡Nada puede hacer el diablo que Dios no permita y nada puede poseer que no le haya sido dado! ¿Cómo permitiría Dios que un diablo entrase en un verdadero hijo suyo y lo atormentase y afligiese, suplantando su personalidad y ejerciendo su autoridad en él? ¡Eso es una aberración y una doctrina de demonios!
Satanás no puede irrumpir en la vida de un verdadero cristiano, un hijo de Dios, la Esposa de Cristo, casa y templo del Espíritu Santo y atar su vida. 

¿CRISTO ENDEMONIADO? (Mt.12:22-32) (Mr.3:22-30) (Lc.11:14-23)

Si admitimos la posibilidad de que un cristiano pueda estar endemoniado, ¿no deberíamos admitir también la posibilidad de que Cristo podría igualmente estar endemoniado? Pues hecho “un poco menor que los ángeles”, un hombre con total y completa naturaleza humana, podía ser tentado como nosotros en todo e influenciado igualmente por demonios. Y si nosotros pudiésemos albergar demonio en algún area de nuestra vida, también él, en su humanidad, pues Cristo participó de nuestra naturaleza (Mt.4:1) (Heb.2:18) (Heb.4:15). Y ¡De esto precisamente le acusaban los fariseos! Pero sabemos que era imposible pues en él moraba el Espíritu de Dios. También en nosotros por su gracia mora el Espíritu de Dios, si en verdad le hemos conocido, y por lo tanto, es una imposibilidad que hagamos nuestras obras por Belcebú o por los demonios, morando en nosotros.
De igual manera, si un cristiano puede estar demonizado por pecados que se han cometido contra él, también cabría la posibilidad que Cristo (y si se hizo pecado contra alguien, fue contra él, siendo él puro e inocente) estuviese demonizado por graves pecados que se hubieran cometido contra él[5], pudiendo albergar resentimientos, odio, ira, etc, etc.
Sin embargo sabemos que Cristo Jesús no tenía demonio alguno; “éste nada tiene en mí” decía Él; era guiado por Aquél que habitaba en él, el Espíritu de Dios. Y no solamente no tenía demonio sino que venció sobre el pecado, la carne y el mundo; llegando a ser para nosotros un ejemplo perfecto de cómo vivir una vida cristiana en la libertad plena de los hijos de Dios.
Aquellos judíos estaban atribuyendo las obras y las palabras de Cristo a Belcebú, y Jesús en una solemne advertencia avisa que: cualquiera que atribuye al Espíritu de Dios las obras del diablo, es decir que blasfeme contra el Espíritu Santo, esa persona no tendrá jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.
¡Cuidado pues con lo que decimos o afirmamos!

Esto nos lleva a otra gloriosa verdad,

2ª) LA OBRA DE LIBERACIÓN Y SALVACIÓN DE CRISTO EN EL CREYENTE ES UNA OBRA COMPLETA, NO PARCIAL.

“Si el hijo del hombre os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn8:32,36)

Dice Murphy hablando de “dos explicaciones para el terrible enigma de los cristianos demonizados”:
Este enigma puede explicarse de dos maneras. La primera de ellas es que dichos cristianos quedaron bajo la influencia de los demonios antes de su conversión y que no todos los espíritus malos abandonan de inmediato el cuerpo de los inconversos demonizados cuando se entregan a Cristo. Aunque a muchos nos han enseñado que los demonios se van en ese momento, el Nuevo Testamento no expone en ningún lugar tal doctrina[6].
También dice en otro lugar:
“Como hemos visto, los padres de la iglesia comprendían que los creyentes demonizados antes de convertirse a Cristo no quedaban automáticamente liberados de los demonios que vivían en ellos cuando el Espíritu Santo entraba en sus vidas en el momento de la conversión”[7].

Sin embargo Cristo Jesús dice:

         “Si el hijo del hombre os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn8:32,36)

2.1 Según las Santas Escrituras, Cristo libera completamente a las personas en el momento de su conversión:

¿Quién es capaz de dudar de esta realidad? Estas palabras de Murphy ya son de por sí una tremenda herejía que desmerece la Gloriosa Obra de Cristo y que pone en tela de juicio la veracidad de su Palabra y aún la seguridad de la salvación.
¿Cómo podemos ser tan ciegos para afirmar que en el Nuevo Testamento no se expone esta realidad de la total liberación que Cristo ofrece a los oprimidos y cautivos del diablo? ¿Qué quiere entonces decir: “verdaderamente libres”? Esto está implícito en todos los textos donde Jesús se encuentra con tales personas. No hay ni un solo caso en el que la obra de Cristo en ellos no haya sido efectiva y haya habido una completa liberación y restauración.  

Decir que queda en nuestro interior algún “residuo”, bien sea de pecado, que haya que rebuscar después en nuestro pasado y confesar, o de demonios (en el caso de aquellos que estaban endemoniados) o cualquier otra clase de imundicia, cuando hemos recibido el inmenso e inmerecido amor de Cristo, su gracia y su perdón, es lo mismo que decir que la obra de Cristo no ha sido completa. Entonces Cristo no ha hecho bien su trabajo. Su sangre no tiene poder suficiente y su sacrificio ha sido en vano.
Decir que aún hay tinieblas morando en el interior del creyente cuando el Espíritu Santo ha venido a morar a nuestras vidas, es afirmar que la luz de Cristo no ha resplandecido en nuestros corazones. Que no ha habido limpieza, ni salvación completa, ni regeneración.
Entonces las promesas del libro de Ezequiel: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos[8] os limpiaré”…, y de que recibiríamos “un nuevo corazón y un nuevo espíritu”…,  y que Dios mismo vendría a morar en nuestro espíritu por su Espíritu: “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu” (Ez.36:25-27) y (Ez.11:18-20), ¿qué valor tienen entonces? Además, las promesas dadas al creyente por el Espíritu Santo que inspiró al apóstol Pablo a decir: “El que está en Cristo nuevas criatura es” o que “las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Cor.5:17), serían una burla que nos haría dudar del Señor y sumirnos en la más profunda de las frustraciones y nos haría sentir, por lo que ello implicaría, los seres más dignos de conmiseración de todos los hombres.
Si aun hay demonios en mí ¿qué soy, hijo de la luz o de las tinieblas? Como dijo Jesús: “O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo;” (Mt.12:33) ¡pongámonos de acuerdo!, porque ambas cosas no pueden ser.

Decir que el cristiano verdadero puede tener demonios es una abominación y ¡una verdadera doctrina demoniaca! Pero gloria a Dios que Cristo—“si en verdad le hemos conocido”—nos ha hecho verdaderamente LIBRES.

La pregunta que deberíamos hacernos entonces es: Estas personas que se llaman cristianas y tienen problemas con posesión demoniaca ¿han sido verdaderamente libertados por Cristo Jesús? ¿Han llegado a conocerle a Él verdaderamente y a experimentar su libertad y su salvación? Este es el primer paso a su liberación.

Vamos a ver algunos ejemplos bíblicos de la completa liberación de Cristo a los endemoniados, que como dijimos se encuentra en un contexto de evangelización:

                   ¡Jesús sana liberta completamente a los endemoniados!

Mat 4:24  “Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó.”  
Notemos aquí que los sanó completamente, no dejó ningún rastro de enfermedad en los enfermos, ni tampoco ningún demonio dentro de los endemoniados. Y dirá Ud. Tal vez ¿pero cómo se puede estár tan seguro de que no quedó ningún demonio dentro? Porque la obra de Dios y su victoria son completas. Cuando Dios hace las cosas, no las hace con negligencia ni de una manera incompleta. Jesús “los sanó” no dice, sacó algunos demonios de ellos o expulsó a la mayoría de ellos, sino “los sanó” ¿Y quién podría dudar de aquello?

Mt.17:14-21 “Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora”.
Es muy significativo el énfasis que pone la Palabra de Dios en esta pequeña expresión “desde aquella misma hora (jora)”, palabra griega traducida también “momento”; desde ese instante, cf. también  Mat.9:22, Mat.15:28; Jn.4:52, Jn.4:53. Hay un antes y un después en la vida de estas personas.

Mar 16:9  “Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios”. Ver también (Lc.8:2).
María Magdalena había cambiado radicalmente. El evangelista hace esta referencia significativa a “algo que ya era parte del pasado”.  Ella ahora servía a Jesús, junto con otras mujeres de las cuales también había liberado y sanado. María Magdalena ya no seguía viviendo con más demonios en su interior. ¿Cuántos de ellos permanecían aún en ella después que Cristo la limpiase?
Cuando Jesús entra en nuesta casa, la deja bien barrida y aseada para que pueda ser morada del Espíritu Santo. El Señor no puede habitar en una persona no regenerada ni santificada pues el Morador y su morada deben compartir el mismo carácter. Por esa razón el Señor nos limpió y santificó. Ahora le seguimos y servimos, como aquellas mujeres.

Mat 12:22  “Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba”.
Los efectos de la liberación de los endemoniados son inmediatos, efectivos y permanentes . Como dice Myer Pearlman acerca de las experiencias del Dr. Nevius en el campo misionero en China:

“Muchos casos de posesión demoniaca han sido curados mediante oraciones elevadas al Señor, o en su nombre; algunos sanaron de inmediato, otros con dificultad. Según hemos podido determinar, este método de cura no ha fracasado en caso alguno en que ha sido empleado, no importa lo dificil y dilatado del caso. Y en ninguna oportunidad, según parece, el mal ha retornado, si la persona se ha convertido a Cristo y ha continuado viviendo una vida cristiana….”[9]

Y  añade algo importantisimo digno de tener en consideración:

“Como resultado de las comparaciones que se han hecho, vemos que la correspondencia entre los casos registrados en China y los registrados en las Sagradas Escrituras es completa y precisa, abarcando casi todos los puntos presentados en las Escrituras”[10].  

Y podríamos dar muchos otros ejemplos de ello, no solamente en endemoniados que necesitaban liberación divina, sino en todas aquellas personas que necesitaban sanidad y salvación. Vamos a ver solo un caso más que es muy significativo: el del endemoniado gadareno.

Lc.8:35. Mr.5:15 Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo”.
¿Cuántos demonios de aquella “legión” quedaron en el gadareno después que Cristo hubo intervenido y limpiado su vida?
Estas últimas palabras del versículo, como todas las demás en las Escrituras, no están ahí por casualidad; son inspiradas y nos dan a entender la completa, perfecta  y gloriosa obra  de restauración que Jesús obra en la vida del ser humano, limpiando su cuerpo, devolviéndole su dignidad y renovando su mente. En verdad Dios hizo grandes cosas en él, así como en cada uno de nosotros, quienes somos ahora, sus discípulos.

2.2 No necesitamos que nos ministre ningún otro “salvador”: ni “liberación humana” ni “auto liberación”.

Dice ahora Murphy:

“También sabían que la liberación completa sería más bien un proceso que una crisis. Los nuevos creyentes eran edificados como catecúmenos en la verdad de Cristo y luego, para asegurarse finalmente de su plena liberación de los espíritus malos, los trataba el orden de los exorcistas, a los cuales nombraba la iglesia para realizar este ministerio. Según J. Warwick Montgomery, todo ello se concluía antes de bautizar a los convertidos”[11].
En la opinión de estos “ministros de liberación”, no solamente existe la posibilidad de que alguien que se haya convertido verdaderamente a Cristo necesite, a posteriori,  liberación de demonios. Éstos tienen que sufrir todo un proceso de liberación sistemática para ser plénamente liberados. Al final, el orden de los “exorcistas modernos” tiene que dar el visto bueno y declararlos “puros” o “libres”.
Sigue diciendo:
“Aunque el choque de poder inicial fue decisivo, no resultó completo. Todos tuvieron que pasar por una liberación progresiva después de su conversión. También sucederá así casi siempre con la demonización grave, al menos durante un período de tiempo, hasta que se pueda enseñar al recién convertido a autoliberarse mediante el choque de verdad”[12].
“Uno de los propósitos del consejo previo a la liberación es guiar a los creyentes a que confiesen y rechacen los pecados que hay en sus vidas, así como que renuncien a Satanás y a todos sus poderes demoníacos [...] Por fortuna, la mayoría de los creyentes demonizados no precisan dramáticas, espectaculares, individuales ni prolongadas sesiones de liberación con choque de poder. Por lo general sólo tienen necesidad de que se les haga pasar por lo que Neil Anderson llama correctamente un «choque de verdad» y que esboza en sus «Siete pasos para la libertad en Cristo”[13].
En este proceso de liberación, estos “salvadores o libertadores”, emplean en sus artes, ineficaces instrumentos humanos[14] como sesiones progresivas de liberación, “choques de poder”, manuales de  sanidad o cura interior (psicología-religiosa), etc., en vez de aconsejar a estos creyentes necesitados de dirección y guía conforme a la consolación y el desafío de la Palabra de Dios, hacia el negarse a sí mismos y romper toda amistad con el mundo y a rechazar toda autoindulgencia con la carne y sus deseos que los esclaviza y los mantiene en una contínua derrota y una vida mediocre sin la radiancia de la verdadera vida cristiana.    
“En este último caso, la víctima puede precisar de la práctica de la autoliberación (guerra espiritual enfocada a derribar las fortalezas demoníacas en la propia vida) durante cierto período de tiempo o tal vez tenga que buscar ayuda de otros creyentes para llevar a cabo una liberación completa”[15].  
Y también recurren a los esfuerzos humanos del propio afectado: “autoliberación” “choque de verdad”, etc., cuando nada podemos hacer nosotros en nosotros mismos, pues “¿Quién es suficiente para estas cosas?" (2ªCor.2:14-16)


   “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús”

Está claro que solamente en Cristo y por medio de él podemos vivir vidas victoriosas y triunfantes, sin esclavitud.
Y  con respecto a aquellos que están verdaderamente necesitados de liberación, esto es, aquellos que no han sido aún libertados por Cristo, solo podrán ser libres a través del poder de Jesús  y Su Palabra  así  como de aquellos que “están verdaderamente en Él y han sido comisionados por Él” (Hch.16:18),  y que por medio de Su Palabra, la Oración y el Ayuno (nótese que son las únicas instrucciones que Cristo ha dado para tratar con los endemoniados), son instrumentos usados de Dios para  ser de verdadera ayuda.
                       

3ª)  LOS VERDADEROS CREYENTES SON PROPIEDAD ÚNICA Y EXCLUSIVA DEL SEÑOR

“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” (1ªJn.5:19)

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1ªJn.4:4).

                                                   Somos de Dios

En Efesios 1 el apóstol Pablo escribe a los creyentes “a los santos y fieles que están en Éfeso” y les detalla toda una serie de bendiciones espirituales que como creyentes han recibido por medio de Cristo.
Ahora bien, todas esas bendiciones, entre las cuales se reitera que somos de él y para él, son la consecuencia del gran amor de Dios para con nosotros hecho efectivo mediante nuestra “redención” por Cristo.
*Somos de Cristo. Él nos ha redimido, esto es, nos ha comprado, liberado a cambio de un rescate. Ha habido un traspaso de poderes, una cesión de propiedad; hemos sido “ganados” por su sangre (Hch.20:28). Somos la adquisición del Señor [peripoiesis], su “posesión adquirida”; un pueblo creado por Él y para Él (Is.43:21), y adquirido por Él (1ªPedro 2:9);  Nosotros que no eramos pueblo de él, ni habíamos alcanzado misericordia, hemos sido “sobrenaturalmente” librados de la potestad de las tinieblas y trasladados al reino de Cristo (Col 1;13); aun más, como dice la misma carta a los Efésios hemos “resucitado con Cristo y nos ha hecho sentar junto con él en lugares celestiales”, es decir, gozamos de una posición y un privilegio supremos, únicamente por nuestra unión con Cristo Jesús.

                          Sellados por Dios con su Espíritu

En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”. (Ef.1:13-14)

El Espíritu de Dios en nosotros en un sello que Dios nos ha puesto, lo cual indica que somos posesión suya que él un día redimirá completamente y al mismo tiempo supone para nosotros la garantía de que tenemos parte y herencia con el Señor; de que somos suyos y él de nosotros. Ver también  Rom.8:15-17,  2Co.1:22,  2Co5:5; Gal4:6.
Dios nos ha dado su Espíritu para que sepamos lo que hemos recibido y que sepamos y tengamos la plena seguridad y confianza de quién somos y a quién pertenecemos (Rom.8:16-17).
  Y "… si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él" (Ro 8.9; 1ªCo 2.12; 6.19; Gá 3.13-14)

                         Morada del Espíritu Santo

Hablando del templo que había construído Salomón dice el Señor: “Porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre” (2ªCr.7:16). Y si Dios habla así del templo de Salomón, ¿cuánto más acerca de nosotros, los creyentes, el lugar que Dios ha escogido en esta dispensación para hacer Su morada en ella y poner Su Nombre para siempre?

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (1ªCor.3:16)

No somos ni tan siquiera nuestros; no nos pertenecemos a nosotros mismos sino de Dios. Hemos sido “comprados por precio”. Somos su propiedad exclusiva; su templo y lugar de su morada. No tan solo habla de nuestro espíritu o nuestra alma, habla también de nuestro cuerpo (1ªCor.6:19), también ámbito y posesión del Espíritu de Dios el cual está en nosotros. Por esta razón el creyente debe glorificar a Dios con todo lo que es (espíritu-alma-cuerpo), una unidad indivisible. Como morada del Señor, no tenemos ningún nexo de unión ni comunión con los demonios. Veremos este tema un poco más adelante.

                                                      Uno con él

                              “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él” (1ªCor.6:17)  

El cristiano genuino, el verdadero creyente es un espíritu con el Señor. Somos “uno” con Él. Ver la oración de Cristo en (Jn.17:11, 21, 22, 23).  Esto significa que “somos participantes de su naturaleza divina” (2ªP.1:4).  Esto es tan glorioso que si no estuviese repetido una y otra vez en las Escrituras parecería una total utopía.

La pregunta es: ¿Cómo podría haber algún otro espíritu  inmundo compartiendo esta santa morada en nosotros y en conflicto con nosotros—el Señor y nosotros? [16] 


                  Su Simiente, linaje, pueblo, ovejas,… Su Esposa

Somos, linaje de Cristo (Isaías 53:10), y su simiente, sus hijos, su pueblo, su especial posesión o heredad, sus ovejas que nadie arrebatará de su mano y que ni lo alto ni lo profundo ni principados ni potestades podrán apartar de su amor; su Esposa que él ha limpiado y ataviado para presentarla para sí pura y sin mancha… ¡Qué seguridad tan tremenda ofrece esto al cristiano! ¿Sabes tú oh cristiano lo que has recibido en Cristo?


“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;…”

4ª)   ¡SATANÁS NADA TIENE EN MÍ!  


                         ¡Un pasaje extraordinario! (2ªCOR.6:14-18)


Este hermoso pasaje que consiste en una hermosa exhortación a guardarnos de toda otra relación que pudiese estorbar nuestra comunión con Dios y su pueblo arroja una sorprendente luz sobre nuestro asunto:

4.1.- ¡La justicia no tiene ningún compañerismo con la injusticia, ni la luz con las tinieblas, ni Cristo con belial, ni el creyente con el incrédulo!

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?” (Vss.14-15).

*¿Qué tiene que ver la justicia con la injusticia?

No hay absolutamente nada que una estos dos atributos. Son radicalmente opuestos, contrarios y sin nexo de unión entre ellos. Ambos se inclinan en direcciones opuestas y se repelen como dos imanes.
La justicia es uno de los atributos morales de Dios; más aún, es parte de su naturaleza. Él es Santo, puro, “muy limpio de ojos para ver el mal”. En Dios no hay injusticia ni es manifestada en ninguna de sus multiformes ramificaciones. Dios detesta y castiga toda forma de injusticia. ¿Qué clase de compañerismo puede entonces existir entre un Dios justo—“el Juez justo de toda la tierra”—y la injusticia? ¿No consistiría esto en una negación de sí mismo y su carácter?
Y de la misma forma, ¿Qué clase de unión común puede haber entre la luz y las tinieblas? Es imposible que las dos se den al mismo tiempo y cohabiten, simplemente porque la una supone la ausencia de la otra. Y...
*¿Qué parte tiene Cristo con Belial? La Palabra de Dios es enfática en ello: ¡Absolutamente ninguna! Jesús dijo: “No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí” (Jn.14:30). No  había ninguna relación entre Cristo y Belial, ningún acuerdo, ninguna unión o nexo, ninguna comunión ni concordia; su carácter y propósitos eran diametralmente opuestos; sus voluntades radicalmente distintas[17]. Estas palabras fueron dichas poco después de que Satanás hubiera hecho su último intento de apartar a Jesús de su misión redentora tentándole en Getsemaní. Allí se había librado la más terrible y gloriosa de las guerras espirituales. Jesús venció y no había nada que Satanás hubiese conseguido en Jesús. Jesús estaba totalmente comprometido con el Padre y con la misión que le había encomendado: nuestra Salvación y redención; ésta era su comida, llevar a cabo y finalizar la obra que el Padre le había encomendado.   

*¿Qué parte entre el creyente y el incrédulo? De la misma forma (y no podría ser de otra manera) no existe ningún acuerdo, concierto, unión o compañerismo entre aquellos que son de Dios y aquellos que pertenecen o están aún bajo el señorío de Satanás; entre aquellos que por la gracia de Dios se deleitan y practican la justicia y aquellos que se complacen en la maldad y en la injusticia. ¡Son radicalmente opuestos y persiguen objetivos distintos!  
La única forma de relación que Dios nos invita a tener con ellos (nuestros semejantes, o nuestro prójimo), pues estamos en este mundo aún si no somos de él, es aquella que nos permita ser “luz y sal” y un instrumento amoroso y justo mediante el cual ellos puedan conocer a Cristo. Nada más; como dice el apóstol Judas, vs.22-23  “a algunos que dudan, convencedlos, a otros salvad arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”.

  Y surge entonces la pregunta:

*¿Qué relación deben tener entonces los hijos de Dios con Satanás o con sus espíritus? Al igual que Cristo pudo decir: “... porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”; así nosotros, su casa, debemos vivir y luchar en las fuerzas de Aquel que está con nosotros “todos los días hasta el fin del mundo”,  de manera que Satanás no encuentre nada en nosotros que sirva a su propósito y podamos decir con plena y absoluta convicción, como Jesús: “¡El principe de este mundo nada tiene en mí!”.
No obstante, Cristo en los días de su carne tuvo que hacer frente a Satanás y sus estratagemas que pretendían destruirle y desviarle del plan y el propósito de Dios para su vida. Cristo tuvo que batallar contra Satanás y guiado por el Espíritu y la gracia de Dios pudo luchar y vencer, llevando a cabo el propósito de Dios hasta el final.
Los únicos encuentros o roces que los hijos de Dios—como seguidores de Cristo—tendrán con los demonios o el mismo Satanás formarán parte de esa verdadera y única batalla espiritual, esa batalla entre reinos en la que estamos involucrados sirviendo en el bando de nuestro victorioso Señor y Salvador Jesucristo, bajo su señorío, poder y dominio, bajo su bandera, bajo sus órdenes. Ninguna otra aparte de esta.
Jesús no iba “mapeando”[18] espítirus territoriales, ni buscando las sinagogas de Satanás y ungiendo con óleos exorcistas los edificios y lugares estratégicos de culto satánico o idolátrico, ni tratando de provocar y enfrentarse con el diablo. Simplemente había venido ha deshacer las obras de diablo y a establecer su Reino. Cuando Satanás venía a pelear, Jesús le resistía y no cedía antes sus tentaciones; cuando veía alguna persona necesitada y oprimida por el diablo, destruía su obra y liberaba a las personas por el poder de Dios.
Tampoco a nosotros nos ordena “mapear” (buscar) supuestos espíritus territoriales y atacar a Satanás y sus huestes, ni insultarlo, ni burlarnos de él con expresiones como: << ¡le voy a pisar la cabeza!>>, ni proferir maldiciones contra él o sus demonios, ni ir por ahí ungiendo edificios o calles o lugares “calientes” de nuestra ciudad, atando espíritus  etc.

                       
4.2.- ¡El templo de Dios no tiene ningún acuerdo con los ídolos!

¿Recordamos la escena de lo que aconteció cuando Dios permitió que el arca de Dios, símbolo de su presencia, fuese capturada y tomada por los filisteos y metida en la casa del Dios Dagón? (1ªSamuel 5:2-4). No hay lugar para dos. ¡Dios no comparte su gloria y su poder y su señorío con nadie! Dios no acepta compartir su reinado y su señorío con ningún demonio. Todos se inclinarán a sus pies delante de él y se postrarán, como aquel diablo, delante de su presencia.  

4.2.1. Ahora, pongamos especial atención en estos versículos:

“Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (vss.16-18)

Dios dice aquí de nosotros mucho más que el hecho de ser “su pueblo” o de ser “sus hijos”; somos su templo donde él habita y anda por su Espíritu; el templo del Dios viviente. Y el Espíritu y su morada deben ser de una misma naturaleza, deben compartir un mismo carácter[19], ser de un mismo sentir. Deben compartir objetivos y deseos comunes.  
El creyente, como templo de Dios, el lugar donde la presencia de Dios está, debe mantenerse santo y limpio y no “tocar” lo inmundo. Para él—como para su Señor—todo lo inmundo es abominación y debe no solo no asociarse ni tener comunión con ello, sino apartarse de toda inmundicia. Lo uno es incompatible con lo otro. 

De hecho nos dice el apóstol Pablo:

“Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?” (1ªCor.10:20-22)

No podemos tener comunión con Dios y tener comunión con los demonios al mismo tiempo; no podemos hacernos partícipes con los demonios y adorar a Dios y a los demonios al mismo tiempo. Ni podemos servir a dos señores. Cuidado ¡Dios es celoso de lo suyo y de aquellos que son suyos!

                                  ¡Dos polos opuestos que se repelen!

Así también, la presencia de Dios en el verdadero creyente (morada de Dios en Espíritu), debe ser para un espíritu inmundo, el lugar más desagradable, indeseable e insufrible donde estar. Estos no pueden resistir.
El doctor J.L.Nevius que durante su ministerio en China vio muchísimos endemoniados, pero ninguno en los cristianos, cita:

“Los demonios no quieren quedarse en presencia de los verdaderos cristianos”.[20]

Citemos tan solo algunos pasajes donde se observa esto:

* Ante la presencia de Cristo  los demonios son atormentados. Ver (Mr.1:24) (Mar.5:7) (Mt.8:29) (Lc.8:28). Estos no resisten ante la presencia del Hijo de Dios. Temen ser atormentados, echados fuera de sus víctimas y esperan con espanto el día del juicio de Dios. Jesús era guiado por el Espíritu de Dios y lleno de su gracia y poder. ¿Cómo podían soportar los espíritus inmundos su presencia?  (Ver nota al pie nº 78 comentario JFB a Mr.1:24).

Y podría argumentarse, sí, pero Él es el Hijo de Dios. Sin embargo vemos estas mismas reacciones en situaciones en la que demonios se han enfrentado con los seguidores de Cristo:

*Ante la presencia de los siervos del Señor los demonios son expulsados (Hch.19:11-13) ¿Cuál no sería la unción y el poder que emanaban de la vida del apóstol Pablo por el Espíritu de Dios que aún los paños o las ropas por él usados eran llevados a los enfermos y los que tenían espíritus inmundos, y estos salían de ellos? ¿Cómo podían aguantar aquellos espíritus tal únción, tal presencia? Sin embargo vemos que los demonios tenían una actitud  totalmente diferente para con aquellos que no eran verdaderos cristianos. A estos no temían pues no tenían la presencia ni la unción de l Dios vivo en sus vidas; a estos podían dominar y enseñorearse de ellos y derrotar con facilidad: “Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?” (Hch.19:14-17).
¡Los verdaderos cristianos, como Cristo, tienen fama hasta en el infierno! Y no precisamente por quienes nosotros seamos en nosotros mismos, sino por Aquél que vive y reina en nosotros.
Aquél que actuaba y obraba en Cristo y a través de Cristo es el que actúa en nosotros y a través de nosotros, sus hijos. Si los espíritus inmundos no podían soportar su presencia, tampoco la nuestra. Tal como Cristo era conocido y aborrecido por los demonios, lo era Pablo, Pedro (Hch.5:15-16), y cualquiera de aquellos que en verdad aman al Señor y viven siendo guiados por su Espíritu  y trabajando en su Nombre (Lc.10:17).

“Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas” (Mr.16:17)

4.2.2. Debemos ahora plantearnos una cuestión bastante importante relacionada con el creyente como templo del Espíritu Santo:

¿Qué parte en el creyente es Templo del Espíritu Santo?

Murphy dice:

Deberíamos pensar la morada del Espíritu en términos de áreas y no de personas”.

Y también:

La demonización, sin embargo, es algo distinto. Por demonización entiendo que Satanás, a través de sus demonios, ejerce un control parcial directo sobre una o más áreas de la vida de un cristiano o un no cristiano [...] Lo que sí afirmo es que en circunstancias poco comunes de pecado, ya sea del individuo o de otros contra él, algunos creyentes llegan a estar demonizados. Ciertas áreas de sus vidas pueden quedar, aunque ello no suceda necesariamente, bajo la influencia directa de Satanás a través de los demonios que operan desde fuera y desde dentro de la vida del creyente. Aquellos que rechazan la posible demonización de los cristianos afirman que el Espíritu Santo no puede morar en el mismo cuerpo que los demonios [...] Por fin, cientos de líderes cristianos que aconsejan a creyentes traumatizados han descubierto que hay personalidades demoníacas asociadas a la vida de algunos creyentes, a menudo viviendo dentro de ellos y en conflicto con el Espíritu Santo que los habita [21].
Los partidarios de la demonización de los cristianos dicen que un demonio puede poseer áreas o partes de la vida de un cristiano, sin poseer todo su ser interno, es decir, lo controla o (poseé—aunque no les gusta usar esta palabra tan significativa), de una forma “parcial”, por áreas o partes de él, de manera que el Espíritu Santo ocupa ciertas áreas del creyente y los demonios otras áreas. Así, ambos, el Espíritu Santo y los demonios coexisten en el creyente en conflicto interno.

Pero esto contradice muy seriamente las Escrituras ya que éstas aseguran, como hemos visto que el creyente (todo, y no ciertas partes de nosotros) es “el templo del Espíritu Santo”.  Esta enseñanza es también contraria a la doctrina bíblica la cual considera al hombre una unidad indivisible (espíritu, alma y cuerpo). No se puede fragmentar al ser humano en pedacitos o áreas diferentes. Si un demonio “entra” en cualquier área sea del cuerpo o de la mente, entra en todo el hombre.

El Templo de Dios era el lugar donde Dios habitaba entre su pueblo, aquél lugar donde Dios se manifestaba  y mostraba su gloria y símbolo de Su Presencia. Allí no había lugar para nada inmundo, ni lugar para ídolos (demonios), ni ninguna inmundicia. Todo ello era santo, puro, limpio. 
Así también el espíritu regenerado del Hombre es el lugar donde el Espíritu Santo ha venido a morar (el lugar santísimo) y aquel lugar donde Dios se manifiesta. Todo ello es santo, puro, limpio y allí no hay lugar alguno para lo inmundo, y por supuesto ¡para ningún demonio! ¿Pero es sólo el espíritu del hombre el lugar donde Dios mora en el hombre por su espíritu? ¿qué dice la Palabra de Dios?

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. (1ªCor.16:19-20) 

La gloria del Señor llenaba todo el templo (atrio exterior y el lugar santo, y de la misma manera, la gloria del Señor se extiende desde el interior (espíritu) y abarca el alma (lugar santo) y el cuerpo (patio exterior) y lo satura todo.  “En su Templo todo proclama su gloria” (Sal.29:9).

Está sumamente claro que todo el creyente, absolutamente todo, es del Señor, su Templo, y debemos, con todo lo que somos: espíritu, alma y cuerpo glorificar a nuestro Dios. Que el Señor nos bendiga y haga resplandecer su rostro sobre nosotros para que guardemos irreprensible todo nuestro ser y manifestemos la gloria de Dios en todo lugar.
  

5ª)  SOMOS GUARDADOS POR EL SEÑOR Y PRESERVADOS POR LA NUEVA NATURALEZA. EL MALIGNO NO NOS PUEDE TOCAR
5.1 Preservados por Dios:
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom.8:31)

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1ªJn.4:4).

Nuesta posición como amados hijos de Dios y nuestra condición como posesión suya, nos garantiza, a los creyentes, una protección sobrenatural contra las fuerzas del mal y fija los límites definitivos a lo que Satanás y sus demonios pudieran hacer contra nuestras vidas.

                          Las limitaciones de Satanás

Estos límites también están trazados en la Escritura: Con relación al creyente Satanás puede tentar, afligir, engañar, seducir, dividir, poner asechanzas, oponerse a la obra y el ministerio de Dios en el creyente, etc.  Pero nunca, ni en ningún lugar, nos dice la Palabra de Dios que puede poseer a un cristiano verdadero que mantiene comunión con Él, ni tampoco muestra ninguna posible protección “especial” contra tal posibilidad.
Además tenemos que tener en cuenta dentro de las limitaciones que le han sido impuestas a Satanás, que ninguna de estas cosas que hemos mencionado antes que puede hacer, las puede llevar a cabo sin el previo permiso de Dios. Tenemos que tener cuidado para no exagerar el poder de Satanás ni atribuirle mayor poder o importancia de lo que le atribuye la Palabra de Dios. Esto es en sí algo que el adversario desea hacer creer a los hombres.

                                     La protección de Dios

En el versículo que leíamos anteriormente dice que: “Aquél que está en nosotros es mayor que el que está en el mundo”.  Hay Uno que está en nosotros y uno que está en el mundo; dos lugares diferentes, dos posiciones diferentes, dos moradas diferentes: Uno dentro, y el otro fuera. Y el que está en nosotros es mayor, más fuerte, infinitamente más poderoso. ¡Qué tremenda seguridad da esto al creyente! Qué sensación de protección, qué defensa más poderosa. Y si él está por nosotros y en nosotros ¿quién contra nosotros?
Murphy menciona varios “niveles de protección”[22] de los que goza el creyente: El cerco de Dios, los ángeles de Dios y el escudo de la fe. Y ciertamente así es, todo esto proviene de Dios. De hecho, si algo poseemos—como la fe—es porque Dios nos lo ha dado; aun la armadura de Efesios seis es “la armadura de Dios”. En definitiva toda protección para el creyente tiene su origen en Dios y de lo que él ha provisto para nosotros.

              Cristo nos fortalece y nos guarda e intercede por nosotros

Pero sin duda alguna, y en relación con el tema que nos ocupa, Cristo—a quien Murphy no menciona—juega un papel fundamental en nuestra protección: es aquel a quien Dios ha designado para “fotalecernos” (Filip.4:13), y en quien tenemos garantizada nuestra protección:Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Ef.6:10).
Y aún más, él es el que constantemente intercede (Heb.7:25; Rom.8:34), por nosotros para que nuestra fe no falte: “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte;”(Lc.22:31-32).
De no haber sido por la intercesión de Cristo, no sé dónde hubiese acabado Pedro, pero seguramente Satanás hubiese conseguido su objetivo.

* “Guardados del maligno”

Veamos ahora un caso muy interesante de tal intercesión que aporta más entendimiento sobre nuestro asunto en Juan 17:15,  

“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno”. (Versión Reina Valera 1989)

Esta es una de las traducciones españolas que reproduce con mayor fidelidad este versículo. La mayoría de las versiones en otras lenguas traduce por “maligno” aquel de quien se nos protege o guarda. Ver también la opinión de Vine:

poneros (πονηρός G4190) adjetivo (A, Nº 2). Se usa como nombre: (a) de Satanás como el malo («mal», Mat.5:37; 6.13; Luk.11:4; Joh.17:15; 2Th.3:3.

Cristo está orando al Padre acerca de los suyos que le habían sido dados. Intercede pidiendo que nos libre o nos guarde del maligno (Satanás). La preposición (ek), una partícula fortísima que nos habla de separación o apartamiento hace que la traducción sea “los guardes—fuera del—maligno”.
 Aun si el creyente no es separado del mundo ni de sus influencias—aunque pertenece al Señor—ni es tampoco invulnerable a los deseos de su carne y a las tentaciones del maligno, el Señor nos preserva “fuera de”o “lejos de” la persona del maligno. Éste nada tiene en nosotros, como tampoco lo tenía en Cristo Jesús. Ver también (Mt.6:13) (Lc.11:4).

Sería una contradicción que Jesús orase “guardalos del maligno” y permitiese que el maligno o los demonios estuviesen dentro de nosotros. Si estamos en Cristo, estamos “fuera del”maligno.

* Guardados de sus tentaciones

Frente a los ataque de Satanás y sus tentaciones, gozamos de toda la asistencia de Cristo : No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar (1ªCor.10:13) Quien nos socorre en este caso es Jesús: Ver también (2ªP.2:9) “Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos...” y (Heb.2:18)“Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”.

Dice el apóstol Judas, hermano del Señor (Judas 24) “Dios es poderoso para guardarnos sin caída y presentarnos sin mancha delante de su gloria con gran alegría”. Y si es poderoso para guardarnos de caer en el pecado y deslizarnos hacia la maldad; y si Cristo es de Dios para nosotros un Sumo sacerdote que puede compadecerse de nuestas debilidades y que además nos ofrece un “Trono de la gracia” adonde podemos recurrir constantemente: su Presencia, ¿Pensamos que nos dejaría caer en manos de Satanás y sus demonios para que estos nos poseyesen o controlasen?—seguimos hablando aquí acerca del creyente fiel y verdadero que muestra por su conducta y su piedad el haber conocido a Dios—¿Expondría a su Esposa y a Sí mismo a tal inmunda presencia? Quien así piensa, tiene un concepto bastante distante y equivocado del carácter de Dios[23].

El apóstol, lleno de esta confianza y seguridad dice con plena convicción:Por lo cual estoy seguro de que ni […], ni ángeles, ni principados, ni potestades,…” Ningún ser maligno puede separar al cristiano genuino del amor de Dios en Cristo Jesús (Ro. 8:38-39).

Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (2ªTim.4:18).                           
                                              
                                            ¿Víctimas de maldiciones?

Dice Murphy hablando acerca de las maldiciones del mundo espiritual, uno de los pecados cometidos contra los creyentes que los pueden llenar de demonios.

“Muchos creyentes han sido víctimas de las maldiciones del enemigo pronunciadas por los obradores de milagros satánicos. Tales maldiciones no son siempre eficaces, pero a veces sí lo son. Por lo general, no implican demonización, pero en ocasiones sí. No son siempre permitidas por Dios, pero a menudo las autoriza. No tienen por lo general que ser identificadas como individuales, ni es necesario buscar protección contra ellas, pero con frecuencia sí hay que hacerlo. Prosperan con la ignorancia y la altivez, pero son anuladas por el conocimiento y la humildad. Son «elaboradas» con invocaciones a los espíritus y magia satánica para hacerlas más poderosas” [24].

Según estas palabras y posteriores ejemplos que Murphy menciona (el avión, el restaurante, etc.), podríamos suponer que estamos completamente a merced de nuestro enemigo y expuestos a toda clase de maldiciones que podrían  prosperar en nuestras vidas con resultados trágicos. Esto es también parte de lo que los partidarios de la demonización opinan. Este hablar de “no, pero si” de Murphy, así lo manifiesta.  Pero ¿es esto verdaderamente así? ¿Es esta la clase de protección que Dios ofrece a su amado pueblo?

Esto no es lo que nos enseña la Escritura. Déjeme decir que no hay en la Biblia ni un solo caso de una maldición proferida contra un creyente verdadero que Dios haya prosperado. De hecho Dios vela tanto por su pueblo que en una ocasión dice de Abraham y su simiente: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré” (Gen.12:3). El Señor está por nosotros, y si él con nosotros, ¿quién contra nosotros? (Rom.8:31)

                                     Balaam y Balac    

He aquí una hermosa historia que nos habla de la ternura y la protección de Dios sobre su pueblo. Este es un claro ejemplo bíblico de que las maldiciones que se puedan proferir en contra de los creyentes no prosperan. De hecho vemos como el Señor transforma la maldición en bendición para su pueblo.

por cuanto no os salieron a recibir con pan y agua al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron contra ti a Balaam hijo de Beor, de Petor en Mesopotamia, para maldecirte. Mas no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam; y Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba”. (Dt.23:4-5)

Dios está comprometido con su amado pueblo y lo preserva del mal. Aunque los hombres puedan proferir maldiciones, sólo Dios puede permitir que éstas prosperen o no. La bendición y la maldición están en mano del Señor, como la vida y la muerte, la prosperidad o la ruina, el enaltecimiento o el abatimiento. Sencillamente porque Dios es soberano y tiene bajo control todas las cosas. Como reconoce el mismo Balaam: “He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla”. (Num.23:20). Todo está en sus manos. Y he aquí en las manos del Señor estamos, por la gracia de Dios

Porque contra Jacob no hay agüero, Ni adivinación contra Israel. Como ahora,
será dicho de Jacob y de Israel: !Lo que ha hecho Dios!” (Num.23:23)

Jacob e Israel, son un símbolo del pueblo de Dios. Las gentes, incluso los mismos que practican la brujería y el vudú contra los cristianos o aún aquellos que desean el mal del pueblo de Dios, han de sorprenderse y quedarse boquiabiertos ante esta realidad: ¡Lo que ha hecho Dios!
Así, estoy seguro, se hubo de sorprender el propio Balac (destructor, devastador) como su propio nombre indica y un símbolo de Satanás: ¡lo que hace Dios con los cristianos es insólito! 


5.2 Preservados del maligno por la “nueva naturaleza” (1ªJn.5:18)

El apóstol Juan subraya que "aquel que es engendrado de Dios se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca" (1 Jn. 5:18.-R.V.1909). Satanás nunca puede cortar la unión esencial y la naturaleza divina de la relación entre Cristo y el creyente ni tocar aquello que, en nosotros, es engendrado de Dios. Ver explicación detallada en págs.64-65 del próximo punto (nº 6).
El creyente ha recibido la gracia necesaria y el poder—por la simiente que permanece en él (1ªJn.3: 3,9) —de apartarse del mal y guardarse del pecado, del mundo, de la carne y por supuesto, de aquél que ya está vencido, Satanás. Ver también: 1ªJn.5:21, 1ªJn.3:3; Sal.17:4, Sal.18:23, Sal.39:1, Sal.119:101; y Pr.4:23. Éstos son tan solo algunos de los versículos que podríamos citar.

¿Ninguna oposición? ¿Ningún peligro?

Ahora bien, ¿supone esto que Satanás no pueda influenciar ni oponerse al creyente en forma alguna? ¿Quiere eso decir que deberíamos subestimar a Satanás? En ninguna manera, pues la Palabra está llena de afirmaciones y de advertencias para el creyente en relación con nuestro enemigo. Hay una verdadera batalla y una feroz lucha contra los principados y potestades malignas de las regiones celestes. El cristiano es animado a fortalecerse en el Señor  y en su gracia y exhortado a vestirse con toda la armadura de Dios (Ef.6:10-18), para poder permanecer firme contra las asechanzas de Satanás.


6ª)  NO HAY EN LAS ESCRITURAS NI UN SOLO CASO DE UN CREYENTE POSEÍDO POR UN DEMONIO, NI QUE NECESITASE SER LIBERADO DE UN DEMONIO.

Podríamos preguntarnos algo importantísimo ¿Pero dónde se habla en las Escrituras acerca de cristianos endemoniados? ¿Qué ejemplos encontramos en los escritos del Antiguo o Nuevo Testamento de tal cosa? Y si existiese tal cosa, ¿dónde se nos indica en la Palabra de Dios cómo podemos hacer frente a tal terrible situación?[25] ¿Qué deberíamos hacer? ¿Descuidaría la Palabra de Dios algo tan importante como esto? ¿Habría pasado Dios por alto el instruir a sus amados acerca de estas situaciones? No, Dios no es un Dios de confusión sino de verdad.
¡Lo cierto es que en las Escrituras, tanto en el A.T. como en el N.T. no hay ni un solo caso que se refiera a un creyente como estando poseído o endemoniado! Este solo punto de por sí, la ausencia total de ejemplos en las Escrituras acerca de este supuesto, es suficientemente claro como para desechar totalmente esta falsa enseñanza.

6.1. Una lista de posibles ejemplos de creyentes demonizados según Murphy
No obstante, Murphy nos hace mención en su libro de algunos personajes que afirma son “posibles casos”—ni siquiera lo puede afirmar con convicción—de creyentes endemoniados. Vamos a estudiar estos casos en su contexto y nos daremos cuenta de que no hay tal cosa:
Dice Murphy: 

“Una lista de posibles ejemplos
“1. Primero tenemos el caso del rey Saúl (1 Samuel 9–31). Saúl era un creyente verdadero del Antiguo Testamento que, como ya hemos visto, fue lleno del Espíritu Santo en más de una ocasión (véase el capítulo 35); sin embargo tres veces un espíritu malo entró en su vida, produciéndole al manifestarse dramáticos cambios de personalidad” [26].
A esto contesto que, aunque el rey Saúl pudo haber sido en sus principios “un creyente”, no podemos olvidar que él fue infiel y desobediente al Señor desde el principio y de una manera constante perseveró en su rebeldía. Muestra de su gran impiedad y un rasgo principal en su vida fue el hecho de que nunca consultara al Señor, excepto en una ocasión en la que Dios no le contestó a causa de su corazón impío. O que sólo después de dos años de reinado levantara altar al Señor (símbolo de qué clase de comunión tenía con Dios), y no lo hizo precisamente con rectitud de corazón ni limpieza de manos (1ªSamuel 14:35). Dios en su infinita bondad le dio muchas oportunidades de rehacer su vida y empezar a obedecerle. Tras ver que nada adelantaba, antes iba peor, el Señor lo desechó y quitó su reinado de él. Lejos de enmendarse y volverse al Señor arrepentido empezó a perseguir voluntariamente a muerte a David—sabiendo que era él quien el Señor había ungido y establecido por rey en su lugar (1ªSam.24:20) e hizo cosas abominables delante de Dios, incluso consultó a una adivina en Endor, desobedeciendo gravemente la Palabra del Señor a este respecto (1ªSamuel 28). ¿Es así como se comporta un verdadero creyente, temeroso de Dios? ¿Lo llamarías tú: creyente?
Al fin, y esto es algo terrible de afirmar—si no fuese porque “escrito está”—Dios “quitó su misericordia de él” (2ª Sam.7:15) (1ªCr.17:13), e hizo que muriese por su continua actitud de rebelión (1ªCr.10:13-14) “por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David, hijo de Isaí”.No se puede afirmar que fuese precisamente ¡un creyente ejemplar!

No podemos tampoco olvidar que aunque en el principio Dios le concedió de su Espíritu, el mismo Jehová se apartó de él por su impiedad y rebeldía (1ªSam.16:14; 18:12; 28:15). El Señor quitó de él su Santo Espíritu (comparar petición de David en el Sal.51:11). David era consciente de lo que había sucedido con Saúl a causa de sus pecados. Ahora clama al Señor que no le quitase su santo Espíritu a causa de su pecado). Eso ya de por sí resuelve todo el asunto: Dios se había apartado de él. El Espíritu Santo había abandonado su morada en Saúl. Su casa ahora estaba vacía, sin morador o como dice la Escritura “desocupada” (Mt.12:43-45), y esto es una perfecta invitación para los demonios, más aún cuando infringiendo tan gravemente la voluntad expresa de Dios, se consulta a los demonios y se entra en su terreno.  
Personalmente no me atrevería a afirmar con tanta seguridad que Saúl se encontrase endemoniado, aunque tal posibilidad existe. Sin embargo, si estoy convencido de que Dios mismo permitió que un espíritu malo le atormentase y le incitase a hacer cosas perversas, estando expuesto a toda influencia demoniaca al haber dado “lugar a Satanás” o haberse apartado “en pos de Satanás”. No se aprecian en él trastornos de personalidad (como Murphy dice), ni auto lesiones, ni pérdidas contínuas de control, ni muchas de las cosas que afligen normalmente a aquellos que tienen demonio; sino más bien, las obras de la carne: celos, envidias, enemistades, disensiones, ira, herejías, etc.

Menciona Murphy otro ejemplo del Antíguo Testamento:

“2.  Luego está el ejemplo de la rebelde nación de Israel. Es absolutamente posible que la mayoría de los judíos adultos que se habían entregado a una adoración desenfrenada de los ídolos y los espíritus estuvieran demonizados cuando Dios los envió al cautiverio. Los profetas describen con chocante detalle su rendición completa al mundo espiritual”[27].
Esto no sirve como ejemplo específico de lo que estamos tratando. Sin embargo, está muy claro que en el pueblo de Israel, como en medio de la iglesia hoy en día, hay mucho “religioso” y pocos “creyentes verdaderos”[28]que hacen la voluntad del Señor. No es extraño que muchos en el pueblo de Israel constantemente se volviesen a los ídolos y a toda clase de inmundicia, aun perteneciendo a la clase sacerdotal como dice la Palabra acerca de los hijos de Elí: “no tenían conocimiento de Jehová” (1ªSam.2:12). Sin embargo el Señor volvería hacia él a muchos y les daría un verdadero corazón para conocerle, amarle y servirle a Él (Jer.24:7).

Pero sigue diciendo:

“El pueblo de Israel unió el culto a Baal con la adoración a Jehová (Oseas 2.13, 17) y el resultado de ello fue un deplorable sincretismo que pronto los condujo a desechar la ley de su Dios, siendo la nación desechada a su vez por el Señor (Oseas 4.1–10). Israel quedó así atrapada por el diablo, llegando a estar tan demonizada como los adoradores de Baal a quienes se habían juntado (Oseas 9.1, 7–10, 15–10.2 con 1 Corintios 5.12; 1 Timoteo 3.6, 7; 2 Timoteo 2.26)”.
Dice de ellos el mismo profeta Oseas: No piensan en convertirse a su Dios, porque espíritu de fornicación está en medio de ellos, y no conocen a Jehová (Oseas 5:4). Está claro que este pueblo no conocía al Señor. ¿Era de extrañar que se comportasen de esta manera? Pienso que no. No actuaban como un pueblo que conociese verdaderamente al Señor.
No obstante, y para la gloria de Dios, existe hoy, como antaño, un “pequeño remanente de creyentes fieles y verdaderos” que permanece fiel al Señor y es guiado por el Espíritu; que como Elias y aquellos siete mil que no doblaron sus rodillas ante Baal; que como “Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: no nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia”.(Esdras 4:3)

Ahora menciona Murphy algunos ejemplos del Nuevo Testamento:

“3. En el Nuevo Testamento tenemos ejemplos gráficos de judíos, asistentes habituales a la sinagoga, que estaban gravemente demonizados (Marcos 1.21–28; 39)”.
En aquellos días, como hoy, la mayoría de las personas iban habitualmente de una forma religiosa y tradicional a las sinagogas para los rituales diarios. El ir a la sinagoga, como el ir a negociar a las puertas de la ciudad o a los baños públicos, etc., formaba parte de la vida social y religiosa del país. Esto no significa que fuesen personas piadosas y fervorosas. No obstante hay lugares en las Escrituras donde se nos habla de manera específica de personas verdaderamente fieles al Señor, temerosas de Dios., p.ej. Simeón o Ana,  Natanael, etc..  Ser judíos y asistir a las sinagogas no es sinónimo de creyentes, tal como hoy llamarse “cristiano” e ir a la iglesia no significa necesariamente ser un creyente verdadero.

“4.  Luego está el caso de la hija de Abraham (Lucas 13.10–17; véanse Juan 8.33–35; Gálatas 3.29). Esta era una verdadera creyente judía (v.16), pero su enfermedad estaba causada por un espíritu malo (v. 11) del que Jesús la liberó (v. 12)”.
Esta forma de definir a un  judío como “hijo/a de Abraham” no es extraño, ni inusual en la Escritura, pero no indica el estado de su alma, sino que se refiere más bien a su linaje; era una mujer “descendiente de Abraham”. De hecho, Jesús mantuvo algunas conversaciones con algunos otros verdaderos “hijos de Abraham”, a los  cuales contradice  y rebate diciendo: Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros” y “Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais”. Y “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.”(Jn.8:33-44). Ver también (Lc.3:8), (Hch.13:26) y (Rom.9:7).
  
“5.  El caso de la familia demonizada de la iglesia, Ananías y Safira (Hechos 5.1–10), que examinamos con anterioridad. Eran creyentes, sin embargo, Satanás había llenado el corazón de Ananías (v. 3). «Llenar» es controlar, la misma expresión que se utiliza para la plenitud del Espíritu Santo, ¡ciertamente un lenguaje muy fuerte!”.
Examinemos ahora este caso de Ananías y Safira, del todo interesante:

a) Ananías y Safira no eran creyentes.  ¿Cómo podemos afirmar con tanta ligereza que eran creyentes? La Escritura no nos dice eso de forma explícita ni implicita, sino todo lo contrario. Si leemos el contexto más cercano, nos damos cuenta de que primeramente nos habla de una gran multitud que había creído y que eran de una misma mente y corazón y que con sencillez traían de lo que poseían a los pies de los apóstoles para suplir las necesidades—marcas irrefutables de personas transformadas. Después  menciona el piadoso caso de José (Bernabé), fruto de personas celosas de Dios, amorosas y dadivosas para con los hermanos. Y ahora nos presenta un gran contraste que da un giro al texto: Ananías y Safira.
Empieza diciendo el párrafo “pero… (sin embargo, no obstante), marca una diferencia; “pero cierto hombre [marido—orig—no dice hermano, ni creyente…] llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles”. Podemos apreciar aquí la diferencia de actitud en el corazón de este matrimonio (quien no lo ve está realmente ciego). ¿Se podría decir de ellos lo que dice la Escritura en el capítulo anterior acerca de los que habían creído? ¿Pertenecían ellos a este grupo? Leamoslo Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común” (Hch.4:32). Ellos voluntariamente hicieron aquello pues amaban sus posesiones mucho más que a Cristo el Señor. ¿Cómo puede alguien que obra así ser salvo, o un creyente? ¿Dónde apreciamos las marcas de Cristo en estas personas y la obra del Espíritu Santo?
 Ellos querían (como el joven rico y como muchas personas hoy en día), disfrutar de la salvación y las prerrogativas de los hijos de Dios que estaban “llenos de gozo”y al mismo tiempo gozar de los placeres temporales de este mundo. Pero como ya sabemos, ambas cosas son incompatibles. Este es un claro caso de “hipocresía”, tratando de imitar las virtudes y el amor de la vida cristiana en su unión con Cristo; sin embargo, a Dios no se le puede engañar ni esconder nada. ¡Fueron descubiertos! Ellos no eran verdaderos creyentes sino, al parecer, personas que simpatizaban con la comunidad de los nuevos creyentes; incluso pudiera ser que asistieran a las reuniones de ellos y se entremezclaran con ellos. No todo aquel que frecuenta la iglesia es “trigo” (Mt.13:30; 47,48) (Malq.3:13-18).

b) Ananías y Safira no estaban poseídos sino que fueron incitados por Satanás a mentir al Espíritu Santo. Sigamos leyendo el texto: Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?”(Hch.5:3).
Murphy argumenta aquí lo siguiente: que puesto que la escritura dice que Satán llenó [pleroo] el corazón de Ananías, estaba endemoniado por un demonio que le incitó a mentir al Espíritu Santo; puesto que Ananías era—según él—un “creyente” y Satanás llenó (controló) su corazón, luego los creyentes pueden estar endemoniados o controlados por Satanás.
Ya ha quedado claro que Ananías y Safira no eran creyentes, así pues no es de extrañar que Satanás llenase su corazón, es decir, “le incitase, excitase, sugiriese o le impeliese” para mentir a los hermanos sobre su heredad, y por ende, a Dios. Comparar con (Jn.13:2) (Jn.13:27) acerca de Judas Iscariote.  
Como la mayoría de los comentaristas afirman, ni Satanás, ni ningún demonio habitaban en el corazón de Ananías pero si ejercía una influencia importante sobre su mente (alma); el enemigo si puede ejercer una influencia tal sobre la vida de una persona (incluso un creyente), que éste le obedezca en todos sus maléficos designios (siempre y cuando el creyente le haya dado ocasión suficiente claro) Puede controlarlo perfectamente desde el mismo infierno, sin necesidad de poseerlo físicamente y ni aún necesita hacerlo en persona, con vasallos mucho menos prominentes puede llegar a hacerlo. Únicamente en un par de ocasiones se nos habla en los evangelios acerca de la intervención personal de Satanás: la tentación de Cristo en el desierto (Mt.4) (Mr.1) (Lc.4), y cuando entró en Judas Iscariote (Lc.22:3; Jn.6:70; Jn.13:27).
Era esto lo que sucedía en Ananías, su corazón estaba “lleno a rebosar” [(pleroo) (ser llenado, hecho lleno en voz pasiva) VerVine N.T] de codicia e hipocresía y Satanás le indujo a hacer lo que su alma deseaba. “Why hast thou conceived this thing in thine heart?”(versión Rey Jaime.) “¿Por qué has concebido esto en tu corazón?” Era allí que radicaba el problema de este matrimonio: su corazón.
Observemos un comentario de Albert Barnes  respecto a este episodio:

“El corazón del hombre o su mente está “llena de algo” cuando tiene la “intención de ello”; cuando es fuertemente “impelido a ello”; o cuando está completamente ocupado con ello.La expresión aquí indica que [Ananías] estaba “fuertemente impelido” o “excitado” por Satán a hacer esta mala acción”[29].
c) ¿Qué pasaba con Safira? ¿Estaba endemoniada también? La Escritura no dice que satanás ni ningún espíritu la poseyera sino que se había puesto de común acuerdo con su marido en tal plan de impiedad.Sin duda, aunque no lo dice de una forma textual, Satanás también había llenado su corazón con ardientes deseos malignos (concupiscencias) que cuadraban perfectamente con los deseos de su propio corazón codicioso, de manera que era igualmente culpable ante Dios. Ambos recibieron un castigo ejemplar que inspiró un temor santo en los corazones de todos los creyentes de la iglesia primitiva (Hch.5:5,11).
Habiendo acabado su lista de ejemplos dice ahora Murphy:  

¿Cómo se aplica en estos casos la promesa de 1 Juan 5.18, según la cual el maligno no toca a los creyentes? El significado evidente de las palabras de Juan aquí, dice William Vine, es que Satanás no puede «atacar [al creyente] para cortar la unión vital entre Cristo y el creyente. Sin embargo, interpretar el verbo «tocar» en el sentido de que Satanás no puede afligir a un creyente es contradecir toda la Escritura. Si los creyentes dan lugar al diablo (Efesios 4.27), enseña el Nuevo Testamento (1 Timoteo 3.6, 7; 5.15; 2 Timoteo 2.26), puede esclavizarlos a sí mismo e incluso destruir su vida física (1 Corintios 5.5; 11.30, 31; 1 Timoteo 1.20)” [30].
Por supuesto que Satanás puede “afligir” a los creyentes; como puede hacerlo también con los no creyentes. Pero la Escritura de 1ªJn.5:18 es también verdadera: Satanás no puede “tocar” al creyente. Entonces ¿Qué quiere decir el apóstol Juan con que Satanás no puede tocar al creyente? ¿A qué se refiere esta Escritura?   
                                           (1 Juan 5.18)

Satanás nada puede hacer en la “nueva creación de Dios” en el creyente

Para entender bien este versículo e interpretarlo correctamente tenemos necesariamente que ir al griego y leer de la versión/nes que lo traducen más correctamente: “We know that whosoever is born of  God sinneth not; but he that is begotten of God  keepeth himself, and that wicked one toucheth him not”. Esta es la traducción correcta del versículo en la versión King James (Rey Jaime). A mi parecer, la versión española que mejor lo traduce es la ReinaValera de 1909: “Sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca; mas el que es engendrado de Dios, se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca”. La versión francesa, casi todas las versiones en Inglés, la septuaginta, SSE (sagradas escrituras versión antigua), y extrañamente RV.2000 lo traducen correctamente. También la Vulgata Latina lo traduce “la generación de Dios lo guarda (preserva)”, dando a entender, como dice John Gill:    
            
“El que es nacido en él, el nuevo hombre, el principio de gracia o la simiente de Dios en él, le guarda de notorios crímenes, particularmente de aquel pecado de muerte”[31]

Este versículo está íntimamente relacionado con (1ªJn.3:6 y 9) y no habla de otro más que del “nuevo hombre creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Ef.4:24). Este “nuevo hombre” no puede pecar y Satanás tampoco puede tocarle pues “lo que es engendrado del Espíritu, Espíritu es”. No tiene nada que ver con la carne y está completamente entregado a Dios. Este es, en otras palabras “el nuevo espíritu” que Dios ha puesto en el creyente; nada tiene que ver con la vieja creación manchada por el pecado o “la antigua naturaleza” que aun pervive en el creyente y que le hace pecar (Ro.7:17-18); esto es, “lo terrenal” que debemos hacer morir cada día en nuestras vidas (Col.3:5).

Por tanto, si  este “nuevo hombre o naturaleza creada por Dios” no puede pecar, es obvio que Satanás nada puede hacer en él ni tocar en él. Esa unión espiritual del creyente con Cristo a través del “nuevo hombre” “hombre interior” o “nuevo espíritu (morada del Espíritu de Dios), no puede ser cortada.

W.E. Vine tiene toda la razón en decir esto, pues así es. Además está apoyado por otros versículos de la Escritura cf. (Rom.8:37-39) “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Por tanto aquí no se refiere a que Satanás no pueda “afligir” o “tocar” de ninguna forma al creyente (Por supuesto que puede tentar, afligir, oponerse e influenciar  y zarandear al creyente, siempre que Dios lo permita conforme a su divina voluntad y perfecto plan. Ver el caso de Job, Pedro, etc), sino a que Satanás nada puede hacer en la nueva creación de Dios en el creyente, pues esta es preservada divinamente.[32]

Mattew Henry, que concuerda en estas afirmaciones, añade además:
“Esto no parece ser meramente una narración del deber o de la práctica del regenerado; sino una indicación de su poder en virtud de su regeneración. Por lo tanto están preparados y con principios contra los toques fatales, el aguijón del maligno; él no toca sus almas para infundir allí su veneno como hace en otros, o para expeler ese principio regenerativo que es un antídoto a su veneno”.[33]
En cualquiera de los casos, este versículo de 1ªJuan5:18 no puede ser aplicado a todos los ejemplos anteriores de Murphy mencionados anteriormente (no creyentes), sino a los creyentes fieles que son nueva creación en Cristo Jesús.
Puesto que la premisa de la que parte está equivocada: (Ananías y Safira eran creyentes endemoniados); la conclusión (Satanás puede [“tocar”=afligir e incluso controlar bajo el poder de demonios] a los creyentes), también es equivocada. Pero está entonces poniendo en tela de juicio las palabras de Juan que dicen explícitamente: “y el maligno no le toca”.

Sugiero que Murphy partiendo de esta presuposición errónea, tampoco ha comprendido 1ªJn.5:18.
Murphy sigue con otros ejemplos un tanto difusos:

“Las advertencias del Nuevo Testamento en cuanto a que los cristianos pueden llegar a estar atados o controlados (en forma parcial) por Satanás son muy claras. Pablo previene contra la potencial demonización de obispos, ancianos y pastores (1 Timoteo 3.6, 7), maestros de la Biblia, predicadores y profetas (2 Corintios 11.3, 4, 13–15; 1 Timoteo 1.19, 20 con 2 Timoteo 2.14–26; 1 Timoteo 4.1s; 1 Juan 4.1–4). Está también el enigma de las «diaconisas» influidas por demonios (1 Timoteo 5.9–15) y el peligro de los dirigentes cristianos con talento y de los hacedores de milagros demonizados (1 Juan 4.1–4 con Mateo 7.13–29; 2 Tesalonicenses 2.1–17; Apocalipsis 13). En Santiago 3.9–15 se habla de creyentes demonizados resentidos, envidiosos, egoístas, ambiciosos, altivos, mentirosos y maldicientes. También se nos previene contra las posibilidades de que los cristianos reciban otro espíritu (2 Corintios 11.3, 4)[34]
¿De qué está advirtiendo realmente la Palabra de Dios en estos textos? ¿Qué exégesis hacemos de ellos? Llegado a este punto, parece que se ha perdido el norte; uno se sale de lo concreto y se empieza a ver demonios por todas partes. Según estas presuposiciones ¡el 99’9% de las personas en la iglesia tienen demonios!
En estos textos no se está hablando de “ministros poseídos” sino que es una advertencia severa a aquellos que están en responsabilidad para mantenerse en una vida irreprochable y santa de manera que el adversario de nuestras almas no frene la obra de Dios:

*Los obispos, o diáconos o aquellos que ostentan un cargo de responsabilidad en la iglesia deben ser personas “maduras” en el Señor, que posean ya una buena “rodadura”en la vida cristiana con un buen testimonio (1ªTim.3:6-7). Es decir, no “nuevos convertidos” sin experiencia, pues éstos podrían por desgracia—habiéndoseles designado un puesto de alta responsabilidad—llegar a envanecerse y ensoberbecerse  (el pecado que constituyó la caída de Satanás Is.14:12-14), nada más y nada menos. Asimismo, se requiere a los siervos de Dios que tengan buen testimonio de los de afuera, de manera que Satanás no tome la ocasión para desacreditarlos y ponerles lazo o seducirles con el fin de atraparlos o involucrarlos en algún pecado.

*También se nombra a hermanos (no necesariamente con responsabilidad) que daban oídos a falsos maestros y predicadores que se hacían—como el diablo—pasar por hijos de Dios o de Luz y que por lo tanto eran extraviados de la verdad y de su fidelidad a Cristo, no por ello endemoniados (2ª Corintios 11.3, 4, 13–15).

*Himeneo y Fileto (1 Timoteo 1.19, 20 con 2ª Timoteo 2.14–26) eran discípulos—tal vez maestros—extraviados. No que estaban poseídos, sino que habían apostatado o “naufragado en la fe”, por no haber mantenido la fe y una buena conciencia (habiéndose posiblemente entregado a alguna forma de pecado) y que enseñaban falsas doctrinas entre los hermanos, habiéndose desviado de la verdad. Pablo los “entregó a Satanás”, es decir, los expulsó de la congregación y la comunión de los hermanos con el propósito de que se arrepintiesen y volviesen al Señor. Habla también de otros que  en los postreros tiempos (mucho me temo que esto está de moda en nuestros días), darían oídos a “doctrinas de demonios” y a “espíritus engañadores” y apostatarían de la fe (1ªTim.4:1) enseñando cosas torcidas y sin base en las Escrituras. Personas de “otro espíritu” que afirmaban ser depositarios de los dones de Dios para el servicio, pero que en realidad eran falsos profetas (1ªJn.4:1-4).
Y un largo etc.
Lo que si es cierto y no podemos desatender es el hecho de que Satanás anda como león rugiente buscando a quien devorar (1ªP.5:8) y tratando en todo momento de desplegar sus asechanzas para, si del alguna manera pudiese, frenar la obra y el avance del reino de Dios en la tierra. Aquellos que viven vidas consagradas y espirituales son el principal objeto de sus ataques.

*Mención especial requiere el versículo que Murphy cita diciendo: También se nos previene contra las posibilidades de que los cristianos reciban otro espíritu (2 Corintios 11.3, 4)”. ¿A qué se refiere aquí con recibir otro espíritu? ¿Se refiere acaso a ser poseído por un espíritu? ¿O a compartir el Espíritu de Dios con algún otro espíritu? En absoluto, se refiere a recibir con ligereza (en vez de probar y comprobar como hacían los de Berea), otro Cristo u otro evangelio u otra enseñanza diferente de la de Cristo, como las enseñanzas de aquellos falsos profetas que no tienen el Espíritu de Cristo (Comp. 1ªJn.4:1-4, donde a estos falsos profetas se les llama “espíritus”).

Por último, Murphy dice acabando su lista de ejemplos:

“Por último tenemos advertencias acerca de que los creyentes pueden entregar un área de sus vidas a la ocupación de Satanás a conciencia o por descuido (Efesios 4.27) «Ni deis lugar al diablo», dice Pablo. La palabra «lugar», tópos, es de la que se deriva topografía. Vine dice que «se utiliza para indicar una región o localidad […] de un lugar que ocupa alguien o algo”.
* Con respecto a (Efesios 4:27) “…ni déis lugar al diablo”. No hace falta ser un gran exegeta para darse cuenta de que aquello a lo que se refiere Pablo cuando dice “no déis lugar” es a que—en un sentido figurado[35]—no debemos dar oportunidad u “ocasión para actuar” a Satanás en nuestras vidas o a través de nosotros; no a dejarle un rinconcito físico, “una región o localidad” o un “área de ocupación”—como dice Murphy—en nuestro interior.  

También añade Murphy:

«De las ochenta y cuatro veces que aparece en la Escritura jamás significa ocasión […] indica un área de ocupación”.
Pero el hecho es que ¡sí hay! más versículos en la Escritura donde esta palabra significa “ocasión u oportunidad”. Tal vez se le escaparon. Veámoslos:

Ro.12:19 donde dice, utilizando la misma palabra “lugar” (topos) “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar [dad ocasión u oportunidad para actuar] a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”.

Ver también Heb.12:17 donde la palabra (topos) significa “oportunidad”: “Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas”.

En (Hch.25:16) significa tambien “oportunidad de defensa”.

De hecho el mismo W.E.Vine, a quien el mismo Murphy cita para apoyar su teoría de que los creyentes le podemos dar al enemigo una región o localidad en nuestras vidas, dice también en su definición de esta palabra y en una de sus acepciones lo siguiente:

“Topos (τόπος G5117) […]; metafóricamente, de condición, ocasión, oportunidad (Hch.25:16, lit.: «haya recibido lugar de defensa»; Rom12:19; Ef.4:27); Heb12:17 «oportunidad»; véase OPORTUNIDAD”.

6.2. ¿Por qué no menciona Murphy entre sus posibles ejemplos de “creyentes demonizados” el caso del apóstol Pedro o de Judas Iscariote?
De los casos que aparecen en el Nuevo Testamento, y examinándolos uno por uno, si tuvieramos que escoger los casos que más se acercan a una manifestación satánica en la vida de un creyente, habría por lo menos que considerar dos: 
  • En el caso del apóstol Pedro está muy claro: Aunque Jesús le dice: “Satanás, apártate de mí”, todo creyente juicioso concluirá que Pedro, ni era Satanás, ni estaba poseído por él, sino que puso, influenciado por Satanás, sus sentimientos afectivos hacia Jesús por encima de la voluntad de Dios; en otras palabras, puso “la mira en las cosas de los hombres y no en las de Dios”. Y ¿Quién se atrevería a afirmar que Pedro estaba endemoniado o podía estar controlado por demonios en su interior?
  • En el caso de Judas Iscariote, quien acabó poseído por el mismo Satanás, ¿Quién se atrevería a decir que Judas era un creyente verdadero, aunque era contado con los doce apóstoles?
Sea como fuere, esto también nos da una respuesta significativa: El verdadero creyente (como Pedro) no puede estar endemoniado. El no creyente está expuesto al maligno.                   
Está bien claro que no se puede sacar de donde no hay, y no se nos muestra en la Palabra de Dios tal cosa como un verdadero creyente endemoniado; no hay ni un solo ejemplo, ni siquiera uno que pudiese crear cierto tipo de duda al respecto. ¡Simplemente porque tal posibilidad no existe!

7ª)  EL DIABLO NO NECESITA POSEER A NADIE PARA LLEVAR A CABO SU PROPÓSITO DESTRUCTIVO

No se sabe con exactitud cuál es el propósito (s) de la posesión demoniaca. No obstante hay algunas cosas que la Biblia nos enseña y que nos pueden orientar. 

7.1 Respecto a Satanás:

Veamos lo que nos dice Myer Pearlman al respecto:
“Dijo Martín Lutero: ‘El diablo es el imitador de Dios’. En otras palabras, el enemigo siempre está ofreciendo imitaciones falsificadas de las obras de Dios. Y seguramente que la posesión demoniaca es una farsa demoniaca de esa experiencia muy sublime, la habitación del Espíritu Santo en el hombre. Nótense algunos paralelos: (1) La posesión demoniaca significa la introducción de una nueva personalidad en el ser de la victima, haciéndolo hasta cierto punto nueva criatura. Nótese de qué manera el endemoniado gadareno (Mt.8:29) actuó y habló como persona controlada por otra personalidad. El que es controlado o gobernado por Dios tiene una personalidad divina que mora en él (Juan 14:23). (2) Exclamaciones inspiradas del demonio constituyen una farsa satánica de las expresiones inspiradas del Espíritu Santo. (3) Se ha observado que cuando una persona se ha rendido conscientemente a un poder demoniaco, con frecuencia recibe un don tal como poder demoniaco,  de médium y otros. [...] (4) Los endemoniados manifiestan con frecuencia una fuerza extraordinaria, sobrehumana: se trata de una imitación satánica del poder del Espíritu Santo”[36].
                        Satanás busca la adoración del hombre

Satanás quiere usurpar el lugar de adoración que pertenece al verdadero y único Dios. Puesto que el diablo no recibe adoración por parte Cristo, ni por parte de los verdaderos adoradores de Cristo, el diablo busca adoración de aquellos que están sometidos bajo su poder y en ellos opera activamente (Ef.2:2); estos son sus verdaderos adoradores. Aunque algunos lo hacen de una manera consciente (grupos satánicos y otras personas a nivel personal que hacen pactos con el diablo), la gran mayoría de ellos no son conscientes de quién es el sujeto final de su adoración. Por tanto, para recibir adoración, Satanás no necesita poseer a nadie puesto que los hombres impíos, de una manera u otra, glorifican a Satanás por medio de sus obras impías e injustas.  
Ahora bien, la posesión es un hecho, y aquellos que están poseídos son abiertamente forzados a adorar y obedecer a Satanás. Como dice el Dr. Nevius a este respecto:
“...esa demanda se pone en vigor mediante la imposición de sufrimientos físicos, promesas falsas y temibles amenazas”[37].
Satanás no necesita venir en persona a poseer a un hombre para recibir adoración o para utilizarlo como un instrumento esclavo de sus órdenes. Sus espíritus se encargan de ello. Ellos son los mensajeros activos que él utiliza para lograr sus objetivos. Sin embargo a veces le mueven motivos muy importantes para poseer a alguien. No nos olvidemos de que el mismo Satán en persona poseyó el cuerpo de Judas Iscariote como para asegurarse de llevar a cabo a la perfección su maléfico plan de destrucción. Era una tarea que no iba a poner en manos de ningún otro; allí si intervino personalmente, como lo hiciera en el desierto (Mt.4:1-11), a fin de desviar al Hijo de Dios de su divino propósito.

                        Una manifestación visible de su poder

A través de la posesión demoniaca se hace visible el poder de Satanás sobre las vidas de las personas y su autoridad y control sobre ellas. Satanás desea ser temido, engrandecido y adorado a causa de sus  visibles manifestaciones de poder sobre las criaturas.
Dice George Ladd al respecto:
“En los Sinópticos, la prueba más característica del poder de Satanás es la capacidad de los demonios para posesionarse del centro de la personalidad de los hombres”[38].
7.2 Respecto a los demonios:

                                  Los demonios buscan un lugar de refrigerio

Dice también el Dr. Nevius:
“Con respecto a los demonios mismos, parece que los anima razones personales adicionales. La posesión de cuerpos humanos parece proporcionarles un lugar de descanso profundamente deseado y halago físico. Nuestro Salvador nos habla con respecto de malos espíritus que andan  por lugares áridos buscando descanso, y especialmente deseosos de hallar descanso en los cuerpos de las víctimas. Cuando están privados de un lugar de descanso en los cuerpos de seres humanos, se les presenta buscando ese descanso en los cuerpos de animales inferiores (Mt.12:43-45)”[39].
Ahora bien podríamos preguntarnos ¿qué clase de refrigerio o alivio supondría para un demonio o cientos de ellos vivir en permanente conflicto con la presencia y la actividad del Espíritu Santo en la vida de un verdadero creyente? Los demonios no pueden soportar la presencia de Dios. Es un tormento terrible para ellos. (Ver punto 4.2.1 ¡Dos polos opuestos que se repelen!, págs.52, 53).
Sin embargo no es de extañar que se encuentren a gusto en el interior de los incrédulos, o en aquellos que menosprecian a Cristo y como ellos son contumaces y rebeldes. Una vez más, morador y morada comparten el mismo carácter.  

Satanás no necesita poseer a nadie para cumplir sus objetivos y realizar su función

Satanás  tiene muchísimos instrumentos para desviar al creyente de su función, dividirle y aislarle de sus hermanos y de la comunión con el Señor. Acusaciones y cargos de conciencia; entretenimientos miles para hacerlo infructífero y alejarlo de su verdadero propósito como luz y sal de la tierra; en fin, infinidad de cosas y todo ello sin necesidad de introducir en él alguno de sus demonios. Utilizará el mundo y sus atractivos e influencias, la vanagloria de la vida, la carne y sus deseos y toda una serie de estratagemas que nosotros tenemos la necesidad de conocer para estar estar apercibidos y el guardia contra sus ataques.
Si el creyente es inconstante en el Señor o vive una vida carnal y en inmadurez espiritual, el diablo habrá conseguido gran parte de su objetivo. Puede controlarlo perfectamente desde el mismo infierno, sin necesidad de poseerlo físicamente desde dentro; es más, ni siquiera necesita controlarlo en persona, pues sus súbditos, o sus aliados, la carne y el mundo, son bien capaces de inducirle e influenciarle para conseguir sus fines.  


8ª)  LA POSESIÓN DEMONIACA, AUNQUE POSIBLE, NO ES TAN FÁCIL.

Dice Murphy:

“Una última razón para desechar la expresión posesión demoníaca es que el estado de hallarse completa, continua y totalmente poseído o controlado por demonios sería muy, muy raro, si es que existe (24). Tales personas no serían en absoluto responsables de ninguno de sus actos, ya que los demonios las poseerían y controlarían en todo momento” [40].
(24) Nota al pié: “Las únicas personas que pueden estar realmente “poseídas por demonios” son aquellas que, como los mediums espiritistas, invitan real y conscientemente a los malos espíritus a tomar posesión de ellas. Esta posesión demoniaca no se parece a la demonización involuntaria registrada en las Escrituras. Tal vez el anticristo y la bestia del Apocalipsis (en caso que se trate de individuos) serán ejemplos de personas verdaderamente poseídas por Satanás u otros espíritus malos poderosos”.

En este comentario, Murphy da, sin saberlo, una de las razones por las cuales es imposible que un creyente pueda estar endemoniado. Habla de que las personas que pueden realmente estar endemoniadas o poseídas por demonios “invitan real y conscientemente” a los malos espíritus a tomar posesión de ellos”. Esto es algo esencial y fundamental: para una posesión siempre deber de haber una invitación a un espíritu, bien sea el Espíritu de Dios o bien un espíritu inmundo. El libre albedrío del hombre juega un papel fundamenta.
                          El libre albedrío del hombre
Ciertamente sólo podemos llegar a ser posesión del Señor cuando nosotros le entregamos a él nuestra vida de una forma sincera, real, consciente, genuína y voluntaria. A menos que estas condiciones se cumplan, el Espíritu de Dios, como caballero, nos respetará y no vendrá a nuestras vidas. No le habremos dado el consentimiento que fluye de una libre voluntad, posibilidad ésta, que él mismo nos dio y que nunca violará. Sin embargo, cuando de nuestra libre voluntad le ofrecemos nuestras vidas, él vendrá y hará morada en nosotros. Entraremos en un Pacto legal con el Señor, y el Señor nunca se vuelve atrás de sus pactos, aunque nosotros, por desgracia, si podemos volvernos atrás.  
Ni Satanás ni los demonios pueden tampoco usurpar el libre albedrío de una persona. Ellos no pueden entrar si no se les abre la puerta. Entonces ¿Cómo consiguen entrar en los seres humanos? La respuesta es bien sencilla: por medio del engaño y a través de algunos pecados específicos relacionados con el mundo espiritual, claramente prohibidos por Dios. Nótese que “engañador” es uno de los nombres de Satanás. Sabe hacer bien este trabajo.  
8.1) En los incrédulos la cosa es, hasta cierto punto, fácil. No sucede como con los creyentes. Aquellos que no pertenecen al reino de Dios y no son guiados por la sabiduría de Dios caminan en sus propios pensamientos y la dureza de su corazón y, están a merced de toda clase de ataques y operaciones sin límite excepto aquellas que Dios sabiamente impida en cada caso. Hemos visto que ellos se cuentan en los Evangelios y en el libro de los Hechos entre aquellos oprimidos del diablo que Jesús liberó.
Son fácilmente movidos, influenciados y engañados. Son totalmente ignorantes (en la mayoría de los casos) de los peligros del mundo espiritual y de la actividad demoniaca, por lo cual son presa fácil. Por otra parte dentro de este grupo están aquellos que, conscientes de muchas de estas cosas del mundo espiritual, se ofrecen voluntariamente a Satanás y a sus demonios, entrando en pacto con ellos para, en la mayoría de los casos, recibir algún poder especial, o fama o riquezas… etc. Esto ya de por sí manifiesta que son presa del engaño de Satanás quien promete toda clase de deleites y placeres a cambio de sumisión y adoración. Como dijimos,  hay acciones y actitudes del corazón que dan lugar a la posesión demoniaca.
 La posesión demoniaca no se da así como así, sino que es el resultado de ciertos pecados. La mayoría de los casos de posesión demoniaca podrían atribuirse justamente a haber transgredido el mandamiento de Dios acerca de la práctica de la brujeria, hechicería, cartomancia, adivinación, etc., etc., cosas que tienen que ver con un “jugar” con el mundo espiritual. De ahí que haya tan claras exhortaciones en la Palabra de Dios acerca de este tema.
Pero insisto en que aún así no es tan fácil la cosa. Victor Prymire, misionero pentecostal en el Tíbet, comentaba que los que alababan a los demonios no podían hacer que éstos tomaran posesión de ellos fácilmente.
8.2) En el caso de los creyentes es bien distinto. No es tan fácil, aunque no imposible que éstos puedan ser también presa de algún sutil engaño por parte del enemigo, pero si el creyente es verdaderamente una persona piadosa y realmente temerosa de Dios, no cederá ante la tentación de desobedecer a Dios y jugar con el mundo espiritual. Por otra parte, de ninguna forma, un verdadero creyente invitaría a los demonios o a Satanás para que lo poseyesen.  
Una persona que apostata de la fe y se aparta de Cristo voluntariamente puede ser expuesta a Satanás e incluso llegar a ser poseída.
“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.
Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada. Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así” (Heb.6:4-9)

En el peor y más extremo de los casos el creyente—aun habiéndo sido iluminados y habiéndo gustado del don celestial y hecho partícipe del Espíritu Santo, y gustado de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero—puede por el engaño de Satanás y su persistencia en algún pecado  extraviarse de la verdad. Allí ya entrará en un estado de “apostasía” (desviado de la fe) Recordemos a Himeneo y Fileto (1ªTim.1:19-20).
Si después de haber recibido gracia y luz sobre el problema, es decir, haber sido enfrentado a la verdad de Dios y redargüido por el Espíritu Santo y amonestado una y otra vez; si aún así persiste voluntariamente en el pecado (Heb.10:26-27), y en el engaño de Satanás, se agravará su cegera y su impiedad. Si continúa en su rebeldía, llegará un momento en que habrá traspasado la línea y habrá ido demasiado lejos, no pudiendo volver atrás. Ahora podemos preguntarnos ¿qué clase de creyente verdadero haría tal cosa? ¿Cómo se podría llegar a tal punto? ¿No significaría tal invitación una renuncia expresa al Espíritu de Dios?
Sinceramente creo que esto es lo que le pasó a Saúl (como mencioné en el punto 6.1 pág.60), según el testimonio de Dios en el Antiguo Testamento. Él hubo incluso gustado del Espíritu Santo de Dios; fue contado “entre los profetas”, pero al final, se aferró a su codicia, su soberbia, su rebeldía y su engaño;  voluntariamente se opuso a la voluntad de Dios: David había de ser el rey; todo aquello lo llevó a ponerse definitivamente en contra del mismo Dios. El Espíritu Santo se apartó entonces de su vida; su casa quedó “desierta” y “vacía” y quedó expuesto gravemente al mismo Satanás y sus demonios. Entonces, sin temor de Dios, incluso practicó la adivinación, incurriendo en un grave pecado al tener relación con el mundo espiritual. Pero a este punto, ¿Llamarías tú creyente a la persona en tal estado? ¿Podría identificarse Dios con él? Dios lo había desechado y le había apartado su misericordia.

Al final, una cosa es bastante clara: Dios sabe, desde el mismo principio de nuestra existencia, ¡qué clase de “tierra”somos! (considerar Heb.6:4-9).



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[1] Cuando me refiero a “dos reinos en conflicto” no quiero establecer un dualismo entre Dios y Satanás como si se tratase de dioses en rivalidad, gozando de la misma naturaleza y poder. No es así. Dios es el Creador, soberano de todas las cosas y todopoderoso  y Satanás una criatura más, parte de la creación de Dios , sujeto  a las limitaciones de su naturaleza y a Dios, a quien tiene que rendir cuentas. No obstante, éste último goza de cierto poder y autoridad delegados y un cierto “reinado” temporal.
[2] George Eldon Ladd, “Teología del Nuevo Testamento”,  p.99, Editorial Clie, Terrasa (Barcelona)©2002.
[3] W.E. Vine, “Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento”. “Librar: apallasso (ἀπαλλάσσω) lit.: cambiar de [apo, de (partitivo); allasso, cambiar], liberar de. Se traduce «librar» (Heb.2:15); en Lc.12:58, se usa en un sentido legal de librarse de una persona, esto es, aplacándose su adversario y retirando su pleito.”
[4] Timothy M.Warner, “Spiritual Warfare”,  Crossway Wheathon, Ill., 1991, pp.79, 80.
[5]  Los creyentes pueden llegar a estar demonizados después de su conversión debido a pecados graves que cometen o son cometidos contra ellos”. Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Cap.53 “Dos explicaciones para el terrible enigma de los creyentes demonizados”(Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.

[6] Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Cap.53 “Dos explicaciones para el terrible enigma de los creyentes demonizados”, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.
[7] Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Cap.53 “La realidad”, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.

[8] En el pasaje de referencia “ídolos” podría traducirse perfectamente por todas aquellas cosas que amamos y que nos  impiden que Dios sea nuestro verdadero Dios. No obstante, sabemos por las Escrituras que cada ídolo tiene asociado un demonio que ciega y engaña y seduce a las personas, impidiéndoles adorar a Dios y entregándolas a adorarles a ellos. Cuando Dios dice que nos limpiará de todos nuestros ídolos, podríamos también afirmar que en la conversión y regeneración, todos estos engaños y seducciones son puestos de manifiesto por el Espíritu Santo, quien con su luz nos hace ver, entender y considerar “asqueroso” todo lo que no es verdadero para desecharlo: Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda. Entonces profanarás la cubierta de tus esculturas de plata, y la vestidura de tus imágenes fundidas de oro; las apartarás como trapo asqueroso !Sal fuera! les dirás”.(Is.30:21-22)

[9] Myer Pearlman “Teología Bíblica y Sistemática” p.67. Editorial Vida, Deerfield (Florida) 1992
[10] Ibíd.
[11] Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Cap.53 “La realidad”, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.
[12] Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Cap.53 “Dos explicaciones para el terrible enigma de los creyentes demonizados”, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.
[13] Ibíd.
[14] En ocasiones aún los mismos discípulos del Señor no lograban echar fuera los demonios. Jesús les decía que la obra no es una obra carnal, ni humana, sino totalmente relegada a la dependencia de Dios y la obra del Espíritu. ¿Podremos confiar en nuestros propios métodos o capacidades o relegarnos en nuestra propia experiencia? ¿Apoyarnos en brazo de carne?
[15] Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Cap.53 “Seis áreas de pecado”, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.

[16]  ¡Qué lejos de la verdad están estas palabras de Murphy!: “Por fin, cientos de líderes cristianos que aconsejan a creyentes traumatizados han descubierto que hay personalidades demoníacas asociadas a la vida de algunos creyentes, a menudo viviendo dentro de ellos y en conflicto con el Espíritu Santo que los habita” Murphy, Dr. Ed, “Manual de Guerra Espiritual”, Cap. 53 La Realidad, la Causa, la Cura, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.  
[17] Jamieson, Fausset, y Brown“Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia” Tomo II: El Nuevo Testamento, Casa Bautista de Publicaciones 2002. (Mr.1:24) “24. Diciendo: ¡Ah!—Exclamación que denota al mismo tiempo sorpresa y terror. ¿qué tienes con nosotros—Esta expresión que es usada con frecuencia en el Antiguo Testamento (1ªReyes 17:18; 2ªReyes 3:13; 2ªCrónicas 35:21, etc.) significa entera separación de intereses; es decir: “Tú y nosotros no tenemos nada en común; no te queremos. ¿Qué podrás tú pues desear con nosotros?”.
[18] Todos estos términos tienen que ver con las prácticas y rituales de la así llamada “Guerra Espiritual”. Muchos de estos rituales parecen tomados de las prácticas ritualistas de la temprana iglesia católica que son practicados al día de hoy.
[19] Watchman Nee “El hombre Espiritual—Análisis del espíritu”. Tomo II, pag. 17, Ed.Clie, Terrasa (Barcelona).
[20] J.L.Nevius “Demon Possesion”, Grand Rapids, Kregel: reimpresa de 1894, p.278, 290.
[21] Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Introducción “La realidad de la demonización: relación Escritura Experiencia”. (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.
[22] Murphy, Dr. Ed, “Manual de Guerra Espiritual”, Cap. 53 , fig.53.1 “Los tres niveles de protección que nos rodean”, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.  
[23] Y no estoy sugiriendo aquí que Dios sea un Dios bonachón que no nos pruebe o castigue nuestras  injusticias;  un Dios que no haya hecho “cabalgar hombres sobre nuestras cabezas” o no nos haya “hecho pasar por el fuego y por el agua”; sin embargo, su propósito con todo ello ha sido y será siempre nuestro bien, en otras palabras “sacarnos a abundancia” (Sal.66:12). 
[24] Murphy, Dr. Ed, “Manual de Guerra Espiritual”, Cap. 54, fig.53.1 “Las maldiciones del mundo espiritual”, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.   
[25] Como el mismo Ed. Murphy comenta: “Como sucede desde los tiempos bíblicos, tal vez ha habido muchos casos de demonización de un grado no tan avanzado como aquellos mencionados en la Escritura. En el Nuevo Testamento no se aclara qué tipo de ministerio recibían esas personas”.The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Cap.8 “Cómo invertir una práctica desafortunada”(Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994. ¿Cómo se puede hablar de lo que no existe? Dios nos ha dejado saber y entender todo cuanto necesitamos y entre ello no está el tratar de exorcizar (conjuros contra el espíritu maligno), ni liberar a creyentes que tienen demonios.
[26] Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Cap. 53 “La realidad, la causa, la cura—una lista de posibles ejemplos”, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.
[27] Ibíd. (Nota): Todos estos ejemplos que cita a continuación forman parte del mismo capítulo 53 del libro de Murphy
[28]  La Biblia, Versión Reina Valera 1960, (1ªCor.5:9-11) “Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis”.                                                                                                                      

[29]  Comentario de Albert Barnes “Notes on the Bible”.
[30] Seguimos en el mismo capítulo 53 del libro de Murphy: “Una lista de posibles ejemplos”.
[31] Dr. John Gill, (1690-1771)“Exposición de toda la Biblia”
[32] Jamieson, Fausset, y Brown“Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia” Tomo II: El Nuevo Testamento, Casa Bautista de Publicaciones 2002. Comentario a (1ªJn.5:18) “18. (Mat.3:9) Sabemos—tres veces repetido enfáticamente, para reforzar las tres verdades en cada caso, como asuntos del conocimiento experimental conjunto de los hermanos. Este versículo 5:18 nos advierte en contra del abuso del 5:16, 17, como garantía de seguridad carnal. cualquiera—No sólo los creyentes maduros, sino todo aquel que está engendrado de Dios, regenerado, “no peca.” el que es engendrado—Aoristo griego, “engendrado (una vez por todas en tiempo pasado) de Dios;” en el principio del versículo está en el pretérito perfecto, “está nacido,” estado permanente. La Vulgata traduce, “El haber sido engendrado por Dios lo guarda” (así uno de los manuscritos más antiguos): así Alford: lit., “Habiendo sido engendrado de Dios, ello (la generación divina implícita) le guarda.” Así 3:9 “La simiente de él (Dios) permanece en él.” Con todo, en nuestra versión, la obra interna de Dios por el Espíritu y la obra del hombre bajo el poder del Espíritu, como agente responsable, es lo que ocurre a menudo en otros pasajes. Que Dios debe guardarnos, si hemos de guardarnos del mal, es cierto. Comp. Juan 17:15, especialmente con éste. el maligno no le toca—de modo que le dañe. En la proporción en que realiza su vida de regenerado, el príncipe del mundo no tiene en él nada en qué afirmar sus mortales tentaciones, como en el caso mismo de Cristo. Su regeneración divina ha cortado una vez por todas su conexión con el príncipe de este mundo”.
[33] Mattew Henry “Comentario Bíblico” Obra completa sin abreviar, p.1437. Ed. Clie, Terrasa (Barcelona), 1999.
[34] Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Cap. 53 “La realidad, la causa, la cura—una lista de posibles ejemplos”, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.

[35] Diccionario Strongs τόπος tópos; apar. palabra prim.; punto (gen. en espacio, pero limitado por la ocupación; en tanto que G5561 es una localidad más grande pero part.), i.e. local (como posición, casa, lote, etc.); fig. condición, oportunidad; espec. vaina:-oportunidad, puerto, lugar, campo.

[36] Myer Pearlman “Teología Bíblica y Sistemática” p.68. Editorial Vida, Deerfield (Florida) 1992.
[37] Ibíd.
[38] George Eldon Ladd, “Teología del Nuevo Testamento”,  p.81, Editorial Clie, Terrasa (Barcelona) ©2002.
[39] Ibíd.
[40] Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual), Cap. 8 “Un vistazo a los términos bíblicos” Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.